Te recomiendo

miércoles, 29 de agosto de 2007

Desarrollo del submarino


Los primeros submarinos fueron desarrollados a fines del siglo XIX, pero fue solamente después del advenimiento del torpedo que fueron realmente peligrosos para las naves de superficie. A fines de la Primera Guerra Mundial los submarinos habían probado su real capacidad ofensiva. Durante la Segunda Guerra Mundial la flota de submarinos tipo U de la marina alemana, casi aniquiló el tráfico mercante hacia y desde Gran Bretaña y causó grandes pérdidas al tráfico marítimo costero de los Estados Unidos. El éxito de los submarinos llevó al desarrollo de naves escoltas antisubmarinas para proteger a los convoyes que surcaban los océanos durante la Primera y Segunda Guerra Mundial, estos fueron los destructores escolta, además de otras naves más pequeñas como lo fueron las corbetas y las fragatas.

Los grandes acorazados del siglo XX


HMS Dreadnought -1906
HMS Dreadnought -1906

Una nueva revolución en el diseño y construcción de buques de guerra comenzó a principios del siglo XX cuando Gran Bretaña construyó y puso en servicio, en 1906, al gran acorazado “Dreadnought”. Propulsado por turbinas a vapor ya no consumía carbón sino que petróleo; fue la nave más grande,17.000 toneladas de desplazamiento, rápida y con la artillería de mayor calibre de todas las naves acorazadas existentes en la época, 5 torres dobles con cañones de 12 pulgadas. Rápidamente todos los países marítimos comenzaron a construir naves similares al “Dreadnought”.

Gran Bretaña también desarrolló los primeros cruceros de batalla. Artillados con cañones del mismo calibre que los acorazados pero con un casco más largo, estas naves sacrificaban la protección de las corazas por una mayor velocidad. Los cruceros de batalla fueron más rápidos y más poderosos que todos los cruceros existentes en la época dejándolos obsoletos. Pero estos cruceros de batalla probaron ser mucho más vulnerables que sus contemporáneos los acorazados.

Entre los navíos torpederos, el destructor, fue desarrollado al mismo tiempo que los acorazados. Buque más grande, rápido y mejor artillado que los buques torpederos, el destructor tenía por misión proteger a los buques capitales de la amenaza de los torpederos.

Acero, vapor y granadas

Cañones a bordo - 1862
Cañones a bordo - 1862

Durante el siglo XIX los buques de guerra experimentaron revolución en su propulsión, en el armamento y en su construcción. Máquinas a vapor fueron introducidas, primero como una fuerza auxiliar a la vela, para después eliminarla completamente. La Guerra de Crimea proporcionó un gran estímulo al desarrollo de los cañones navales. La introducción de las granadas explosivas pronto llevó al empleo del hierro en lugar de la madera y luego al uso del acero. Los primeros buques acorazados fueron el "Gloire" francés y el "Warrior" inglés.

Desde 1850, los buques de línea a vela fueron reemplazados por los acorazados propulsados por máquinas a vapor mientras que las fragatas a vela lo fueron por los cruceros propulsados por máquinas a vapor.

Funcionamiento de una Torre
Funcionamiento de una Torre

El armamento también cambió debido al diseño de cañones montados en plataformas giratorias y en torres, lo que permitió apuntarlos independientemente de la dirección en que navegara el buque, lo que a su vez permitió disminuir la cantidad de cañones de grueso calibre a bordo. La última innovación durante el siglo XIX fue el desarrollo del torpedo y de los buques torpederos, veloces naves que parecían ofrecer una alternativa a la posesión de las costosas flotas de acorazados.

Edad de la vela


Fragata del año 1799
Fragata del año 1799

La artillería naval comenzó a desarrollarse en el siglo XIV, pero el cañón no se hizo común a bordo hasta que se ideó la forma de que fueran recargados rápidamente de manera que pudiesen ser disparados varias veces en un mismo combate. Los buques a remo no podían aumentar más de tamaño para transportar su artillería, munición y sirvientes de estos, por lo que los constructores navales tuvieron que diseñar un barco que fuera movido por la fuerza del viento sobre las velas y que pudiera llevar muchos cañones y al personal necesario para operarlos, así nació el galeón.

El galeón fue una embarcación a vela utilizada desde mediados del siglo XV. Consistía en un bajel grande, de alto bordo que se movía por la acción del viento. Fue una derivación de la carraca pero combinada con la velocidad de la carabela. Los galeones eran barcos de gran tamaño y poseían gran capacidad de fuego.

En el siglo XVI, el comercio marítimo transatlántico aumentó considerablemente, lo que incentivó la investigación y la creación de naves más apropiadas para largas travesías y para soportar los rigores de la mar en forma continuada. Así fue como apareció el navío que en el mundo militar adoptó el nombre de bergantín, siglo XVII. Más adelante aparecieron,en el siglo XVIII, la fragata, nave que tenía dos puentes y la corbeta con sólo uno.

Edad del remo y la vela


Trirreme griego
Trirreme griego
Trirreme romano
Trirreme romano

3000 años adC. babilonios y asirios poseían barcos de guerra, sus cascos de madera eran cortos, casi redondos con una roda muy saliente que era un espolón. Movidos principalmente a remos, llevaban un palo en el que izaban una vela cuadrada.

Aproximadamente 2000 años adC aparecieron los fenicios, pueblo eminentemente marítimo que durante siglos fueron los más hábiles constructores de barcos. Sus naves de guerra eran de madera, largas, estrechas, muy veloces y muy marineras. Llevaban una vela cuadrada. Como remeros empleaban a esclavos. Ellos también construyeron y tripularon las naves de guerra oceánicas de los egipcios.

Hacia el año 1000 adC los griegos, otro pueblo marítimo, tuvo naves de guerra muy similares a las de los fenicios, algunas llegaron a tener 120 remeros, 60 por banda, tenían un palo y su proa era muy aguda. Solían llevar un palo dirigido hacia adelante y en su proa tenían emblemas o figuras simbólicas como mascarones. Un solo tipo de nave de guerra fue la protagonistas de las victorias griegas en el mar: el trirreme. Su arqueo era de 100 toneladas y la tripulaban 200 hombres. Medía 35 metros de eslora y 4 metros de manga. Tenía 24 remos largos por banda, timón doble y una vela cuadrada. En el amplio puente llevaba todo tipo de medios ofensivos. Daba una velocidad de 10 nudos, su casco de madera era largo y estrecho. Los griegos daban nombres de fantasía a sus trirremes.

Luego pasaron a dominar el Maditerráneo los romanos, imperio mediterráneo que por necesidad tuvo que tener una marina de guerra para defenderse de Cartago y luego para expandir su imperio. Empleó el trirreme griego al que le hicieron algunas innovaciones como fueron los “cuervos”, largas pasarelas que llevaban en su extremo fuertes garfios que se afirmaban en la nave enemiga y por este puente de abordaje pasaban las tropas a combatir al buque adversario. El arma principal era el espolón, sólida pieza de madera recubierta con bronce que a veces tenía forma de tridente.

Entre los siglos V y X los trirremes se convirtieron en los dromones bizantinos, naves de remos que tenían 3 mástiles y velas latinas. Del dromón, en el siglo XII, salió la galea y de esta la galera, nave a remos que tenía castillos a proa y popa y que llevaba uno o dos palos con velas latinas. La galera fue la nave de la Edad Media que navegó el Mediterráneo desde el siglo XV hasta el XVIII sin modificaciones apreciables y participando en multitud de combates, siendo la Batalla de Lepanto, en 1571, la última contienda histórica en que participaron.

Los vikingos, pueblo marítimo originario de Escandinavia estuvo en la escena europea entre los años 700 y 1000. Su actuar violento provocaba terror en las comunidades ya que las arrasaban. Para estas incursiones empleaban una embarcación muy especial, los drakkar, naves muy livianas pues las llevaban en sus incursiones tierra adentro; eran largas, estrechas y livianas, con remos en casi toda la longitud del casco. Versiones posteriores incluían un único mástil con una vela rectangular que facilitaba el trabajo de los remeros, especialmente durante las largas travesías. En combate, el viento variable y la rudimentaria vela convertían a los remeros en el principal medio de propulsión de la nave.

sábado, 25 de agosto de 2007

Los Barcos de Guerra


Barcos de guerra, naves construidas para realizar diferentes operaciones en la guerra naval moderna. Las fuerzas navales modernas se integran de una gran variedad de barcos cada vez más especializados, como adaptación a las nuevas estrategias y tácticas cambiantes de la guerra en la mar. Aunque las flotas de las superpotencias han evolucionado a partir de antiguas tradiciones que llegan hasta los días de la vela y el remo, el papel actual de la marina es muy diferente. Hasta los primeros años del siglo XX, la marina de un país era el principal medio para extender su poder a todo el globo. Un buen ejemplo de esto es el absoluto dominio que Gran Bretaña ejerció durante 150 años sobre los océanos del mundo. Sin embargo, desde la II Guerra Mundial, cuando las aeronaves de gran alcance pueden atacar cualquier lugar del mundo en cuestión de horas y los submarinos nucleares llevan misiles capaces de destruir más de cien ciudades en un solo ataque, no es de extrañar que la importancia del barco haya disminuido. Hoy en día la marina cumple otras funciones dentro de la actividad militar de un país.

La marina de superficie de un país cumple con tres objetivos principales: buscar y destruir los submarinos de disuasión nuclear del enemigo, transportar una fuerza aérea ofensiva a los lugares del mundo donde no se dispone de grandes bases aéreas o éstas son inadecuadas, y transportar y apoyar a las tropas de tierra gracias a los desembarcos anfibios. Estas diferentes funciones han hecho que las marinas de guerra modernas se estructuren por flotas de ataque más que como una flota combinada. Cada flota de ataque está equipada con naves apropiadas para su misión. (Véase Portaaviones).

La cambiante tecnología de la guerra moderna ha tenido sobre las fuerzas navales un efecto tan profundo como sobre los carros de combate y los aviones. Hasta el final de la I Guerra Mundial las grandes flotas de barcos de guerra blindados, armados con cañones de 40 centímetros de calibre, forzaban sus motores de vapor buscándose una a otra a través de los océanos. Cuando se iniciaba una batalla, cada flota se desplegaba formando líneas y se disparaban entre sí, a distancias muy cortas, tal y como hiciera Nelson en Trafalgar.

Los avances tecnológicos de la II Guerra Mundial pusieron las bases de la marina contemporánea. El radar consiguió que el capitán de un buque no dependiese ya de una aguda visión que pudiese detectar el blanco en el horizonte para apuntar mejor. Los primeros ordenadores también consiguieron que los disparos fuesen más exactos y mortales. El misil alemán V-1 fue el primer paso dado hacia el misil de crucero que hoy en día domina la guerra naval.

En los últimos años las contiendas navales se parecen más a una persecución aérea que a las acciones del pasado. Los barcos tantean con sus sensores en busca del enemigo y usan misiles teledirigidos de precisión para dar la estocada final. Los cañones son cosa del pasado y la mayor parte de los barcos, con independencia de su tamaño, disponen de armas de pequeño calibre de disparo rápido que utilizan como defensa antiaérea y última barrera frente a los misiles. A diferencia de los maniobrables aviones de combate, un barco con una velocidad máxima de 72 kilómetros por hora no tiene ninguna posibilidad de esquivar a un misil disparado por un avión supersónico a una velocidad de 800 kilómetros por hora. Una dirección precisa y una cabeza con 200 kilogramos de carga explosiva aseguran que un misil que dé en el blanco impida que éste lleve a cabo su misión y con toda probabilidad lo hunda. La única posibilidad del barco es evitar que le disparen o destruir el misil en vuelo, lo cual no es fácil. La estrategia de la guerra naval moderna consiste en localizar al enemigo para anticiparse a sus intenciones.

Los barcos también son vulnerables a los ataques desde la profundidad de los mares, ya que la mayoría de los submarinos están especializados en su caza y destrucción y son capaces de buscar y destruir tanto las naves de superficie como otros submarinos que llevan misiles balísticos y que constituyen su objetivo principal. Por estas razones, los barcos de guerra disponen muchas veces de armamento antiaéreo o antisubmarino y en una flota de ataque deben estar presentes ambos tipos de naves. Aunque los barcos se clasifican por sus objetivos, se sigue manteniendo la clasificación tradicional por tamaños. Sin embargo, las expresiones 'crucero', 'destructor' o 'fragata' tienen hoy día un sentido muy diferente del que les hubiera dado un almirante del siglo XIX.

Buques Auxiliares

La mayor parte de las agrupaciones que operan en alta mar se apoyan en mayor o menor medida en buques auxiliares que transportan suministros vitales. Se necesitan buques de combustible, municiones y de almacenamiento si se quiere realizar una campaña larga. También son muy vulnerables al ataque enemigo y deben ser protegidos en tiempo de guerra. Esta vulnerabilidad es en parte lo que incitó a la Marina estadounidense a utilizar la energía nuclear para muchos de sus barcos más grandes, con lo que liberó a sus mayores portaaviones de la necesidad de repostar fuera de las revisiones en puerto, necesarias cada pocos años.

Las fuerzas navales de todo el mundo están reduciendo el número de buques de sus flotas, pero a la vez invierten en dotar a cada una de sus naves de complejos instrumentos. Sofisticados sistemas de ordenadores y de misiles aseguran que cada barco sea más eficaz, más versátil y más difícil de hundir. Muchos están equipados con una serie de dispositivos de guerra electrónica que evitan que los misiles enemigos los conviertan en objetivos: la tecnología de ocultación se utiliza cada vez más en los barcos. Al principio a los barcos en activo se les colocaban pantallas de plásticos que absorbían las señales del radar. Pero las nuevas naves se diseñan cada vez más con superficies inclinadas que dispersan las señales del radar como lo hacen las superficies del avión de combate invisible Lockheed F-117. Lockheed presentó el Sea Shadow, un catamarán anguloso que parece una pirámide truncada que flota sobre el agua. Un buque en la práctica invisible como ése, sería ideal para funcionar como una nave de defensa antiaérea de largo alcance, desplegado para formar junto con otros una pantalla alejada de la flota de ataque principal. En el futuro, los buques de guerra seguirán manteniendo un papel vital en la estrategia naval.

Buques Auxiliares

La mayor parte de las agrupaciones que operan en alta mar se apoyan en mayor o menor medida en buques auxiliares que transportan suministros vitales. Se necesitan buques de combustible, municiones y de almacenamiento si se quiere realizar una campaña larga. También son muy vulnerables al ataque enemigo y deben ser protegidos en tiempo de guerra. Esta vulnerabilidad es en parte lo que incitó a la Marina estadounidense a utilizar la energía nuclear para muchos de sus barcos más grandes, con lo que liberó a sus mayores portaaviones de la necesidad de repostar fuera de las revisiones en puerto, necesarias cada pocos años.

Las fuerzas navales de todo el mundo están reduciendo el número de buques de sus flotas, pero a la vez invierten en dotar a cada una de sus naves de complejos instrumentos. Sofisticados sistemas de ordenadores y de misiles aseguran que cada barco sea más eficaz, más versátil y más difícil de hundir. Muchos están equipados con una serie de dispositivos de guerra electrónica que evitan que los misiles enemigos los conviertan en objetivos: la tecnología de ocultación se utiliza cada vez más en los barcos. Al principio a los barcos en activo se les colocaban pantallas de plásticos que absorbían las señales del radar. Pero las nuevas naves se diseñan cada vez más con superficies inclinadas que dispersan las señales del radar como lo hacen las superficies del avión de combate invisible Lockheed F-117. Lockheed presentó el Sea Shadow, un catamarán anguloso que parece una pirámide truncada que flota sobre el agua. Un buque en la práctica invisible como ése, sería ideal para funcionar como una nave de defensa antiaérea de largo alcance, desplegado para formar junto con otros una pantalla alejada de la flota de ataque principal. En el futuro, los buques de guerra seguirán manteniendo un papel vital en la estrategia naval.

Astilleros

Los ingenieros militares trabajan en la construcción de armas cada vez más potentes y precisas y en sistemas defensivos más eficaces. Este submarino de la clase Ohio —al que vemos durante el proceso de construcción en los astilleros Trident de General Dynamics en Groton (Connecticut)— es todo un prodigio de ingeniería naval. Está dotado de propulsión nuclear, lo que le permite recorrer varios cientos de miles de kilómetros sin repostar, y es capaz de disparar misiles contra objetivos situados a más de 7.400 km de distancia.

Barcos de Guerra Anfibios

La posibilidad de desembarcar tropas en territorio hostil ha sido una parte vital de la estrategia naval desde el siglo XIX. Pero la campaña del Pacífico durante la II Guerra Mundial subrayó la importancia de las operaciones anfibias. El transporte marítimo es una forma de trasladar a las fuerzas, en especial si los habitantes locales no pueden construir pistas para el transporte aéreo.

Los barcos de asalto anfibio deben estar equipados para transportar lanchas de desembarco que puedan operar en la playa, en aguas poco profundas y con poco espacio. También deben tener una cubierta de aterrizaje capaz de permitir el funcionamiento de una flotilla de helicópteros para el transporte aéreo de las tropas. Lo más importante es que dispongan del espacio necesario para conducir a centenares de soldados y su equipo, que puede incluir carros blindados, artillería y otros vehículos.

Los mayores barcos del mundo de este tipo son los de la clase Tarawa de la Marina estadounidense. Con sus 40.000 toneladas tienen casi la mitad del tamaño de los mayores portaaviones. Pueden transportar 30 helicópteros grandes y aviones a reacción de despegue vertical del Cuerpo de Marines, así como varios centenares de 'marines'. La Marina Real Británica posee también dos naves de asalto de 12.000 toneladas: el Fearless y el Intrepid. Ambas tienen una gran plataforma para el aterrizaje de helicópteros y un muelle interior que puede inundarse para que salgan los barcos de desembarco a través de una compuerta de bisagras en la popa.

Destructores

La línea divisoria entre cruceros y destructores no está clara. Los destructores son por lo general barcos de unas 5.000 a 10.000 toneladas. Sin embargo, los destructores estadounidenses de clase Spruance tienen el mismo casco que los cruceros de 9.600 toneladas de clase Ticonderoga.

En las marinas de la OTAN los destructores son sobre todo barcos de defensa aérea, aunque la mayoría tiene cierta capacidad antisubmarina. Los destructores rusos, como las clases Sovremenny y Udaloy de 8.000 toneladas, se utilizan para la guerra de superficie y antisubmarina. Los destructores europeos suelen ser más pequeños: por ejemplo, los británicos HMS Bristol de 7.000 toneladas y el Manchester de 5.000 toneladas. Los destructores suelen tener al menos una torreta contra ataques de superficie dotada con un cañón de hasta 12,5 centímetros de calibre.

Esto se debe a la necesidad ocasional de enfrentarse a otros barcos en posibles situaciones de combate. Lo normal, sin embargo, es que los destructores formen una 'pantalla' alrededor de una formación de ataque que se despliega entre el valioso portaaviones o los barcos de ataque anfibio y las amenazas aéreas o submarinas más graves. Los destructores pueden alcanzar velocidades de 33 nudos y tienen una tripulación de 400 personas.


Cruceros

Los cruceros son grandes barcos de guerra capaces de desplazar 10.000 toneladas. Algunos, como la clase Moskva rusa o el Invincible británico de cubierta oblicua, transportan aviones de alas fijas. La mayoría pueden llevar helicópteros para el reconocimiento y la búsqueda de submarinos. Los de mayores dimensiones pertenecen a la clase Kirov rusa. Éstos pueden desplazar 28.000 toneladas y están armados con misiles de superficie y con una gran variedad de sensores y armas antisubmarinos. Están preparados para añadir una gran potencia de choque al grupo de un portaaviones o para llevar a cabo en solitario una expedición de guerra antisubmarina.

Otros cruceros más pequeños de la Marina rusa, como las clases Slava o Kara, están todavía más especializados y por lo general sólo intervienen en acciones de superficie o en la guerra antisubmarina. En la Marina estadounidense la mayoría de los cruceros son barcos de defensa antiaérea cuya misión es proteger a los portaaviones nucleares gigantes.

Algunos, como la clase USS Virginia, poseen también un reactor nuclear con lo que su velocidad y resistencia se equipara a los portaaviones que escoltan. Otros disponen de sofisticados sistemas ofensivos aire-aire. La clase Aegis, por ejemplo, lleva un potente conjunto de radar en fase que proporciona 360° de visión y puede seguir hasta 200 objetivos de forma simultánea. Los ordenadores eligen automáticamente las armas más apropiadas para atacar: desde los misiles cargados hasta las ametralladoras Phalanx multicañón de corto alcance, pero siempre bajo la supervisión de los oficiales responsables.

El sistema puede funcionar de forma autónoma en un entorno de alto peligro: la clase Aegis alcanzó cierta fama cuando uno de esos barcos derribó por accidente un avión civil iraní en 1988. Estos cruceros tienen una velocidad máxima de unos 30 nudos y una tripulación aproximada de 600 personas.

Acorazado

En la década de 1980, la Marina estadounidense volvió a poner en activo cuatro acorazados gigantes de la clase Iowa, capaces de desplazar 54.000 toneladas y que llevaban nueve cañones de 41 centímetros. También se instalaron en ellos lanzadores de misiles de crucero Tomahawk. Tanto los cañones como los misiles se usan sobre todo para bombardear la costa, algo que hicieron durante la guerra del Golfo Pérsico en 1991.

A pesar de la puesta en activo de estos barcos de clase Iowa, siguen en pie las razones que en su día se alegaron contra este acorazado. Son grandes y, por tanto, fáciles de encontrar, lentos y, a pesar de su blindaje de acero de 40 centímetros de espesor, siguen siendo vulnerables a los misiles, que pueden transportar una carga explosiva capaz de atravesar un blindaje mucho mayor del que tuvieron en la década de 1940. Hoy un barco de clase Iowa tiene una tripulación de sólo 1.800 personas mientras que en la II Guerra Mundial era de 6.000 personas.

La clase Iowa volvió a ponerse en activo como reflejo de las exigencias de un mundo en el que la amenaza de la Marina rusa se debilitaba. En cualquier caso los acorazados son demasiado vulnerables y de poca utilidad táctica, en una posible guerra naval entre flotas de ataque modernas en el Atlántico Norte.