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sábado, 25 de agosto de 2007

Los Barcos de Guerra


Barcos de guerra, naves construidas para realizar diferentes operaciones en la guerra naval moderna. Las fuerzas navales modernas se integran de una gran variedad de barcos cada vez más especializados, como adaptación a las nuevas estrategias y tácticas cambiantes de la guerra en la mar. Aunque las flotas de las superpotencias han evolucionado a partir de antiguas tradiciones que llegan hasta los días de la vela y el remo, el papel actual de la marina es muy diferente. Hasta los primeros años del siglo XX, la marina de un país era el principal medio para extender su poder a todo el globo. Un buen ejemplo de esto es el absoluto dominio que Gran Bretaña ejerció durante 150 años sobre los océanos del mundo. Sin embargo, desde la II Guerra Mundial, cuando las aeronaves de gran alcance pueden atacar cualquier lugar del mundo en cuestión de horas y los submarinos nucleares llevan misiles capaces de destruir más de cien ciudades en un solo ataque, no es de extrañar que la importancia del barco haya disminuido. Hoy en día la marina cumple otras funciones dentro de la actividad militar de un país.

La marina de superficie de un país cumple con tres objetivos principales: buscar y destruir los submarinos de disuasión nuclear del enemigo, transportar una fuerza aérea ofensiva a los lugares del mundo donde no se dispone de grandes bases aéreas o éstas son inadecuadas, y transportar y apoyar a las tropas de tierra gracias a los desembarcos anfibios. Estas diferentes funciones han hecho que las marinas de guerra modernas se estructuren por flotas de ataque más que como una flota combinada. Cada flota de ataque está equipada con naves apropiadas para su misión. (Véase Portaaviones).

La cambiante tecnología de la guerra moderna ha tenido sobre las fuerzas navales un efecto tan profundo como sobre los carros de combate y los aviones. Hasta el final de la I Guerra Mundial las grandes flotas de barcos de guerra blindados, armados con cañones de 40 centímetros de calibre, forzaban sus motores de vapor buscándose una a otra a través de los océanos. Cuando se iniciaba una batalla, cada flota se desplegaba formando líneas y se disparaban entre sí, a distancias muy cortas, tal y como hiciera Nelson en Trafalgar.

Los avances tecnológicos de la II Guerra Mundial pusieron las bases de la marina contemporánea. El radar consiguió que el capitán de un buque no dependiese ya de una aguda visión que pudiese detectar el blanco en el horizonte para apuntar mejor. Los primeros ordenadores también consiguieron que los disparos fuesen más exactos y mortales. El misil alemán V-1 fue el primer paso dado hacia el misil de crucero que hoy en día domina la guerra naval.

En los últimos años las contiendas navales se parecen más a una persecución aérea que a las acciones del pasado. Los barcos tantean con sus sensores en busca del enemigo y usan misiles teledirigidos de precisión para dar la estocada final. Los cañones son cosa del pasado y la mayor parte de los barcos, con independencia de su tamaño, disponen de armas de pequeño calibre de disparo rápido que utilizan como defensa antiaérea y última barrera frente a los misiles. A diferencia de los maniobrables aviones de combate, un barco con una velocidad máxima de 72 kilómetros por hora no tiene ninguna posibilidad de esquivar a un misil disparado por un avión supersónico a una velocidad de 800 kilómetros por hora. Una dirección precisa y una cabeza con 200 kilogramos de carga explosiva aseguran que un misil que dé en el blanco impida que éste lleve a cabo su misión y con toda probabilidad lo hunda. La única posibilidad del barco es evitar que le disparen o destruir el misil en vuelo, lo cual no es fácil. La estrategia de la guerra naval moderna consiste en localizar al enemigo para anticiparse a sus intenciones.

Los barcos también son vulnerables a los ataques desde la profundidad de los mares, ya que la mayoría de los submarinos están especializados en su caza y destrucción y son capaces de buscar y destruir tanto las naves de superficie como otros submarinos que llevan misiles balísticos y que constituyen su objetivo principal. Por estas razones, los barcos de guerra disponen muchas veces de armamento antiaéreo o antisubmarino y en una flota de ataque deben estar presentes ambos tipos de naves. Aunque los barcos se clasifican por sus objetivos, se sigue manteniendo la clasificación tradicional por tamaños. Sin embargo, las expresiones 'crucero', 'destructor' o 'fragata' tienen hoy día un sentido muy diferente del que les hubiera dado un almirante del siglo XIX.

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